jueves, 11 de febrero de 2010

Uyuni... salar eterno


En la inmensidad perpetua
Donde la poderosa paz
Mitiga todo ramalazo
Y la sal realmente es vida,
Nacen monstruos perpetuos
Fundidos en una blancura
Que arrolla todo horizonte

Agua y sal… nada más.
Un lugar donde hay dos mañanas,
Dos ocasos que nacen y mueren,
Un descomunal espejo, donde la realidad
Es una fantasía onírica
Y el sueño es nuestro sublime paisaje

Inmensidad que quiebra el alma
Del extranjero embelezado,
Soledad que merma recuerdos
Ajenos a este cielo sin tierra,
Blancura que suprime al arco iris
Y a su belleza…

el mesiaz

Aroma a lluvia

Gritan los cielos vastos,
Donde gigantes grises destellan y encrespan,
Los vientos sacuden a este verdor indomable
Que va perdiéndose en su infinito…
¡Y gritan y soplan!
Anunciando la llegada de la vida
Y esta tierra que la suplica y la invoca;
Lanzando conjuras para sentirla
¡Sed agobiante, mortuoria!

¿Ya lo olvidaste como era?
Cuando en tu felicidad brotaba hierba virgen
Y tus flores cubrían de aromas
Al descomunal cosmos…
Y entonces, como un milagro pedido…
Después gritos y soplos cantados,
Llega a torrentes el regalo bendito:
Lluvia… magia hecha vida…

Las hojas, como arlequines bailan gozosas,
El verdor… ¡mas verde aun!
Se inunda de sublime júbilo
Y la tierra, ¡dichosa tierra!
Se funde en el aguacero, hasta no dejar rastro
De su sed mortuoria, la que la hacia magra.

Ahora, embebida en vida
Deja su aroma a lluvia.

el mesiaz